Por Ezio Neyra, jefe institucional de la Biblioteca Nacional del Perú.
El pasado viernes 2 de julio se inauguró en la ciudad de Cutervo, Cajamarca, la Estación de Biblioteca Pública (EBP) Manuel Rivera Piedra, que se suma a las EBP que la Biblioteca Nacional gestiona en cinco distritos de Lima desde hace seis décadas. Se trató de un evento muy especial porque, por primera vez en doscientos años de historia, la institución pone a disposición de la ciudadanía una infraestructura bibliotecaria gestionada por la institución en una ciudad distinta a la capital del país.
Para la BNP, que tiene como uno de sus fines la creación de múltiples espacios físicos y virtuales de acceso a la información, la cultura y el conocimiento, esta inauguración supone un hito en el fortalecimiento de una política de descentralización de nuestros servicios, funciones e infraestructura bibliotecaria. Esta política recoge la herencia de Jorge Basadre, quien, como director de la BNP (1943 a 1948), sentó las bases de políticas públicas bibliotecarias abiertas hacia el territorio, y hacia diferentes tipos de usuarios, una biblioteca que, como señalaba el historiador tacneño, “aspirará a ser el hogar intelectual de todas las clases sociales, sin distinción de sexos ni edades”, y que promoviera la apertura de servicios bibliotecarios de calidad en diversas partes del Perú.
En el marco de esta política de descentralización, se hace necesario que la BNP, como ente rector del Sistema Nacional de Bibliotecas (SNB), no solo emita normas y estándares de gestión ni se limite a alentar la apertura de bibliotecas municipales, sino que a la vez contribuya decididamente con la creación de bibliotecas públicas y de servicios bibliotecarios en un país con enormes brechas de acceso a la información, la cultura y el conocimiento. Apenas 25 por ciento de las municipalidades, a pesar de tener mandato por Ley, cuenta con biblioteca pública municipal. Son estas grandes brechas las que marcan la urgencia del reto. Necesitamos bibliotecas de calidad a lo largo del territorio. El SNB necesita modelos a seguir y las bibliotecas públicas de la BNP deben aspirar a ser las mejores del país. Por ello, recientemente hemos modernizado cuatro de las cinco EBP originales, y trabajamos en un proyecto de inversión para la remodelación integral de la Gran Biblioteca Pública de Lima, gestionada por la BNP.
Quisiera añadir dos ideas que evidencien por qué debemos apostar decididamente por el desarrollo bibliotecario. Por un lado, porque las bibliotecas no son solamente infraestructura cultural, sino también social: permiten el encuentro de la comunidad alrededor de la palabra, el diálogo respetuoso, la reflexión compartida y la construcción de una memoria en común. Concebir la biblioteca desde las diferentes regiones del país, con sus comunidades, nos permite construir diálogos más horizontales, más inclusivos, mucho más representativos del sentimiento y el pensar de esas comunidades. Las bibliotecas son democráticas y democratizantes, porque al igual que lo propusiera José de San Martín al crear la BNP en 1821, promueven la justicia social al posibilitar el acceso en igualdad de condiciones a la información, la cultura y el conocimiento.
Por otro lado, las bibliotecas también tienen un impacto en ámbitos que van más allá de los educativos o académicos, convirtiéndose en verdaderos motores de desarrollo. Tienen la capacidad de incidir en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, incluyendo aquellos relacionados con la educación, la salud, la reducción de la pobreza y la disminución de las brechas de género. Las bibliotecas también pueden impactar notablemente en el crecimiento económico, en la innovación y en la reducción de las desigualdades. Apostemos por las bibliotecas públicas de calidad. Multipliquémoslas por el territorio.
Columna publicada el 10 de julio del 2021 en el diario La República.
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